Las mochilas pesan menos
Las mochilas pesan menos
Hace unos días tuve un Deja Vu.
Estaba entrando a la Rural del Prado y tenía que presentar mi visión sobre el “atraso cambiario” que sufre la economía uruguaya, en un evento organizo por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED). Hace exactamente 6 años había estado en el mismo lugar, con la misma gente, hablando del mismo tema.
Hace 6 años la economía crecía poco y el desempleo era muy similar al de ahora.
Hace 6 años el dólar estaba tan bajo coma ahora. El desalineamiento del tipo de cambio real era superior al 20%, tanto si se lo comparaba con el promedio histórico como con el valor que debería tener si se miran los “fundamentos” de la economía uruguaya.
Hace 6 años decía que no había que seguir discutiendo técnicamente la definición de “atraso cambiario” porque no había medición incuestionable, pero que era un problema para el país.
Hace 6 años sostenía que no había que pedirle al Banco Central que hiciera lo que no puede hacer: la única intervención en el mercado de cambios con resultados sostenibles es cuando el gobierno compra dólares con pesos que surgen de superávit fiscal y no de emisión monetaria o endeudamiento; algo que siempre fue utópico en Uruguay.
Hace 6 años el déficit fiscal estaba cerca del 4% del PBI, al igual que ahora. El gasto público era el mismo, 31% del PBI. Impulsado por aumento de remuneraciones, jubilaciones, transferencias e inversiones, en los últimos 12 meses el gasto público creció más del 3% en términos reales, tasa algo superior que el promedio anual de crecimiento del gasto público en el gobierno anterior.
Hace 6 años, en la Rural del Prado, señalaba que dado que el país se había encarecido era urgente afrontar una profunda agenda de reformas pro competitividad para que el sector productivo pudiera avanzar, que no había atajos.
Pocos meses después, el 23 de enero de 2018, estuve presente en el acto de los “autoconvocados” en Durazno en donde se aglutinaron miles de productores rurales preocupados por la situación. Además de la proclama de “Un Solo Uruguay”, tengo en la memoria un contundente “no va más” en las palabras de “Serrano” Abella y, en especial, recuerdo las “10 mochilas” del discurso de Eduardo Blasina.
El dólar bajo era la primera mochila que cargaban en las espaldas los productores. Tenía el mismo peso que ahora. La segunda mochila era la suba de los costos internos dada por una inflación sostenida, que, a pesar de la baja del dólar, era 6% anual. Esa mochila hoy pesa un poco menos, la inflación es 4%.
La tercera mochila mencionada aquel día era el alto costo de las tarifas públicas explicado por sus fines recaudatorios. El peso de esta mochila hoy es menor: en términos reales la energía eléctrica industrial es hoy 24% más barata, la residencial 14% y el gasoil 7% que hace 6 años atrás.
Los caminos y carreteras en mal estado en el área rural era otra pesada mochila que cargaba el sector, responsable de costos ocultos como lo es el deterioro de los vehículos de cada establecimiento y el encarecimiento de los fletes. Esta mochila también pesa menos. Cualquiera que recorre el país se puede dar cuenta de la gran inversión en infraestructura vial que existe. En los últimos 12 meses se duplicaron los recursos destinados a inversiones por parte del Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
La caída del precio de la tierra era una mochila que era mencionada aquel día y que hoy ya no está, así como el elevado endeudamiento agropecuario, que también se ha alivianado gracias al boom que tuvo el sector entre el segundo semestre de 2020 y el primero de 2022, impulsado por precios internacionales excepcionalmente altos y bajas tasas de interés.
Hace 6 años, el ambiente se prestaba para hablar de una mochila cargada con “prejuicios”. Blasina decía que “esto no es buenos contra malos, cumbia contra rock, no”. No podía, ni puedo, estar más de acuerdo. La carga de esta mochila asociada al gobierno la eliminó el actual presidente de la República, pero sigue presente en mucha gente. Para reducir este prejuicio, los esfuerzos son permanentes y trascienden a los gobiernos de turno. Es responsabilidad de todos, en cada acto, bregar por la unidad nacional.
Otra de las mochilas estaba cargada con costos laborales excesivos. Pagar buenos salarios no es solo es un tema de justicia, sino que, en mi impresión, gran parte de los empresarios hacen grandes esfuerzos para poder pagar bien a los empleados. Sin embargo, no se puede ocultar la realidad de que si esta mochila se vuelve demasiado pesada afecta la contratación y las inversiones. El salario real hoy está 2% por encima de lo que estaba en aquel momento y la regulación laboral tiene mucho por mejorar.
Hay dos mochilas que también siguen muy pesadas. La cargada con impuestos altos y baja eficiencia del Estado que afectan demasiado el crecimiento productivo; y la cargada con cientos de millones de dólares en aranceles y trabas no arancelarias que pagan las exportaciones del país por la falta de acuerdos comerciales con el resto de mundo.
La caída del valor del dólar en Uruguay iniciada en 2022 fue más rápida que la velocidad de implementación de la agenda de reducción de las barreras estructurales a la competitividad que el país necesita. Ahora es tarde para dar marcha atrás. No veo mucho margen de acción: el contexto interno y externo son diferentes. Hay que asumir que somos caros.
Por lo tanto, para poder producir y competir es necesario hacer más eficiente al Estado, mejorar regulaciones, eliminar sobrecostos, profundizar la inserción internacional para vender en mejores condiciones en mercados sofisticados que estén dispuestos a pagar por productos de calidad, elaborados bajo los más exigentes estándares de sostenibilidad social y ambiental.
Un país caro con mochilas pesadas no avanza. Las mochilas pesan bastante menos que hace 6 años, pero todavía pesan mucho.