El león de las raquetas

El león de las raquetas

 Ricardo Peirano, 16 de octubre de 2024

No por esperado dejó de ser menos impactante el anuncio de Rafael Nadal sobre su retiro del tenis profesional. “Creo que es el momento adecuado para poner punto y final a lo que ha sido una carrera larga y mucho más exitosa de lo que jamás hubiera podido imaginar”.

Su “last dance” será en la final de la Copa Davis en Málaga en noviembre, donde defenderá a su país. Procurará ganar su sexta “ensaladera de plata”. Sería una notable despedida para un notable tenista. Mejor aún, un notable deportista.

Es que Rafa Nadal no solo destaca por su tenis, que le permitió ganar 22 Grand Slams y otro sinfín de títulos y récords. Es un deportista hiper competitivo, que nunca da una pelota por perdida ni un partido por perdido aunque esté con varios match points en contra. Por eso se retira: no porque no pueda competir más sino porque, por problemas físicos, no puede competir al nivel de que el aspira y que la gente espera de él: competir para ganar todo, siempre.

Una característica muy resaltable de Nadal es que nunca, a lo largo de su extensa carrera de casi veinte años, ha roto una raqueta de tenis. Ni en público ni en privado. Ese gesto de frustración que muchos tenistas, incluso los más grandes como Federer y Djokovic, tienen en momentos complicados de un partido para expresar su impotencia o rabia, no lo ha hecho Nadal.

¿Por qué no rompe raquetas? Después de todo, raquetas no le faltan y lleva una buena cantidad a cada partido. En una conferencia de prensa, respondió que no lo hacía porque "Mi familia no me hubiera permitido romper una raqueta. Para mí, romper una raqueta significaría no haber tenido el control de mis emociones”. Algunos añaden que para Nadal romper una raqueta es una falta de respeto hacia el deporte y hacia uno mismo. Él ha expresado en varias ocasiones que prefiere canalizar su energía de manera positiva y buscar soluciones a los problemas del momento en lugar de destruir objetos para dejar salir su enojo y frustración. Por eso, se lo puede llamar “el señor de las raquetas”, aunque su tenis no sea tan elegante como el de Roger Federer.

Nadal tuvo su último año de gloria en 2022, cuando ganó en una remontada épica el Open de Australia y ganó por decimacuarta vez el Abierto de Francia en Roland Garros.

En Australia iba perdiendo dos sets a cero y venia mal en el tercer set ante el ruso Medvedev. Eso era previsible dado que había llegado a Australia con poco entramiento por las lesiones. Lo que no era tan previsible fue su remontada desde el borde del precipicio para ganar tres a dos luego de un esfuerzo descomunal.

En una conferencia de prensa posterior al torneo, Nadal señaló que "Ha habido momentos complicados en los que las cosas no iba de una manera adecuada, hasta hace mes y medio no estaba apto para pelear por mis objetivos, buscaba soluciones y no las encontraba, no sabía lo que iba a pasar... pero lo que he hecho bien todo este tiempo ha sido seguir adelante con la actitud adecuada y con ilusión, aceptando la posibilidad de que las cosas fueran mal y no se pudiera seguir". Y por eso las lágrimas al acabar la final de Australia. Algo memorable del punto de tenístico pero más del punto de vista humano.

Rafa Nadal explica de dónde saca su  motivación para seguir adelante cuando podría retirarse con mucho dinero y con mucha gloria deportiva, Para él, cada “torneo que viene es un torneo que no he ganado”. "Cada torneo es nuevo y pese a que mi ambición nunca ha sido desmesurada me gusta hacer lo que hago aunque lleve haciéndolo toda la vida, esa es la realidad y disfruto entrenando y compitiendo. Ganar o perder es parte de mi trabajo pero la ilusión por el proceso es una gran satisfacción, poder seguir jugando en los mejores estadios del mundo y contra los mejores tenistas es algo que me ilusiona y me motiva."

En el fondo nadie mejor que el gran ex tenista estadounidense y actual comentarista deportivo John McEnroe para explicar lo que pasó en la gran final de Australia: fue su "corazón de un león. Tiene la mayor cualidad que cualquier atleta podría tener en cualquier deporte, que es la voluntad de dar todo lo que tienes, dar el 100% sin importar lo que pase y ganar, perder o empatar. Nadal juega más inteligentemente. Sabe cuándo ceder un punto o dos, lo que quizás no hacía en el pasado, pero sigue en el juego hasta el final. Y los jóvenes no están a ese nivel. No sé quién lo está. Quiero decir, no sé si hay alguien que tenga ese tipo de consistencia. Incluso Djokovic se ha acercado, pero no creo que haya nadie en la historia de nuestro deporte que haya sido así".

Y yendo más allá de lo que señala McEnroe sobre su “corazón de león”, hay que destacar no solo en Australia sino en toda la carrera de Nadal la influencia de su tío Toni Nadal, que lo condujo tenísticamente y lo formó en su carácter exigiéndole mucho, aún en los momentos de mayor éxito profesional. En 1989, Toni Nadal empezó a trabajar a un niño de tres años y lo llevó a convertirle en el mejor tenista español de todos los tiempos y uno de los mejores del mundo. Su tío le exigió como nadie. No solo en lo tenístico sino en la fortaleza de carácter, de vencer las dificultades y sobreponerse a los obstáculos, ya fueran adversarios mejores que él o las rebeldes lesiones que plagaron su carrera.

Por eso Nadal logró pasar de ser abucheado en Francia cuando ganaba sus primeros Roland Garros hasta ser vitoreado por la afición francesa en los últimos triunfos y aún en su última derrota este año.

Por eso logró vencer a su gran amigo y rival Roger Federer en el césped de Wimbledon, contra todos los pronósticos. Y por eso logró, como decía en su mensaje de despedida, tener una carrera tenística que jamás hubiera soñado.

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