1945-2025: RIP
1945-2025: RIP
Ricardo Peirano, 28 de febrero de 2025
Es verdad que cuando Donald Trump prometió acabar con la guerra de Ucrania en 24 horas nadie se imaginaba que eso sería sin costo para Ucrania. Pero aunque le está llevando más de 24 horas terminar con esta guerra que nunca debió haber comenzado, en 24 horas Trump ha destruido la alianza atlántica que duró desde 1945 y sobre todo ha destruido la verdad de los hechos al llamar a Zelensky dictador, al decir que Ucrania era la que había iniciado la guerra y al decir que Ucrania debía pagar con sus riquezas minerales los 500,000 millones de dólares que había recibido como ayuda de los Estados Unidos en estos 3 años de guerra. De las dos primeras afirmaciones -alineadas perfectamente con la propaganda rusa- no se desdijo. De la tercera, reconoció parcialmente su error y redujo la cifra de reparación a unos 150.000 millones. Pero el daño ya estaba hecho. Lo más grave, con todo, fue sentarse a la mesa con Rusia y aceptar las exigencias de Putin sin hablar con quienes, hasta hace unos días, eran sus aliados: la OTAN y Ucrania.
Como dijo acertadamente el diario español El Mundo, el acuerdo de Trump con Putin “convertirá a la víctima en verdugo, al héroe en dictador, y al dictador en respetable demócrata”. El verdadero reino del revés.
Sin duda la OTAN cometió errores al expandirse hacia el este cuando Bill Clinton había dado su palabra a Gorbachov de que eso no sucedería. Es cierto que Gorbachov no era Putin y que la OTAN es una alianza defensiva pero Rusia se sentir amenazada. Sin duda que el propio Zelensky pudo haber negociado la paz sabiendo que la victoria para expulsar a Rusia de toda Ucrania estaba fuera de toda lógica militar y económica. Y menos aún recuperar Crimea como a veces pretendía el presidente ucraniano.
Pero de ahí a llamar por teléfono a Putin y realizar una rendición incondicional a los términos rusos sin aviso previo a Europa y a Ucrania, y terminar por votando con Corea de Norte, Nicaragua y otros países impresentables para oponerse a una resolución de la ONU que volvía a condenar el tercer año de la agresión rusa hay mucho camino.
Da la sensación de que se han roto todos los parámetros que, con defectos y aciertos, guiaron la alianza occidental desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y permitieron reconstruir Europa con el Plan Marshall y lograr la histórica caída del Muro de Berlín sin disparar un solo tiro.
80 años de entendimiento entre Europa y Estados Unidos volaron por los aires. Fue triste ver en la ONU a Rusia y Estados Unidos votando juntos y en contra de Europa. Europa está mal y habrá perdido sus valores como dijo el vicepresidente americano J. D. Vance en Múnich hace 10 días. Pero aún así Estados Unidos y Europa tienen mucho más en común entre sí que entre Estados Unidos y Rusia. Tienen en común los valores que hicieron a la civilización occidental, a la democracia representativa, al estado de derecho y a la consagración de las libertades individuales. En nada de eso cree Putin.
Trump no solo dejó en el aire a Ucrania, al tiempo que le reclama el pago de la ayuda. También deja en el aire a Europa. A este paso no sería de extrañar que deje de lado a Taiwán frente a una eventual invasión china. Más aún, lo que Trump está demostrando es que en este momento Estados Unidos no es un socio confiable para nadie, ni en lo geopolítico ni en lo comercial. Hoy sostiene esta postura, mañana puede sostener la opuesta. Hoy tiene este amigo, mañana puede ser su enemigo.
Ahora Trump está redactando un acuerdo bilateral que obligará a Zelensky a firmar en unos pocos días para explotar los riquísimos minerales de Ucrania. Al mismo tiempo Putin invita a empresas americanas a asociarse con Rusia (o con él) para explotar los recursos minerales de las tierras ucranianas ocupadas por Rusia (un 20% de territorio de Ucrania). De hecho, es como un reparto de Ucrania.
¿Qué puede resultar de todo esto? Nadie lo sabe. Pero probablemente nada bueno ni para Estados Unidos ni para el resto del mundo, salvo para regímenes autoritarios. Estamos navegando en aguas sin carta de navegación y ello es sumamente peligroso. Es la hora de que cada uno desconfíe del otro y se asegure lo suyo. Europa, por ejemplo, tendrá que dejar de lado la OTAN y construir su propio sistema de defensa dado que no puede confiar ya en Estados Unidos.
Quizá, después de todo, haya algo positivo en todo esto: que Europa tenga que despertar del sueño de vivir de la seguridad de la pax americana y del gas ruso barato, lo cual la hizo perder su esencia y sus valores.