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Milei tiene un gran problema
Ricardo Peirano, Semanario Voces, 29 de mayo de 2025
Mientras la economía argentina comienza a volver a la normalidad (al menos para la normalidad argentina que es una normalidad muy atípica en términos mundiales) si miramos la inflación, el déficit fiscal, el nivel de actividad e incluso el nivel de pobreza, el gobierno de Javier Milei se ha enzarzado en una dura batalla “contra todo el que venga”. Ya sea parte de su propio partido como la vicepresidenta Victoria Villarruel, de partidos aliados como Jorge Macri de Pro, periodistas serios y respetados con larga trayectoria como Calos Pagni y Morales Solá. A los políticos no los saludó en actos protocolares como el Tedeum del 25 de mayo. A los periodistas los insulta con todos los epítetos conocidos. Falta que use algunos de los que solía usar el Capitán Haddock en las maravillosas aventuras de Tintín, un periodista de raza.
Con la casta, supuestamente su enemigo principal y a la que prometió eliminar de la faz de la tierra, no ha sido tan duro. Con Cristina Kirchner tiene peleas mediáticas pero hace algunos acuerdos bajo cuerda para dejarla competir en las próximas elecciones legislativas. Para dominar la Corte Suprema, después que le falló la designación de un juez muy cuestionado e integrante de la casta, hará algo que hizo su antecesor Carlos Menem: ampliar el número de miembros y para eso no tendrá empacho, cómo no, en hacer un acuerdo con la ex presidenta y jefa del justicialismo. Y ambos pondrán jueces de su gusto para acabar con la independencia que rige actualmente el tribunal supremo.
A medida que los indicadores económicos y sociales van mejorando y algunos logros electorales como la elección legislativa en la Ciudad de Buenos Aires le sonríen, Milei se va apartando de la definición de liberalismo de Alberto Benegas Lynch (h) que hizo suya: ‘El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”
Si algo falta en las palabras y en los actos de Milei es el “respeto del proyecto de vida del prójimo” y el “respeto del principio de no agresión”. Milei y sus seguidores en redes sociales -que sí son un ejército bien organizado a las órdenes del tuitero Daniel Parisini, conocido como el “Gordo Dan”, y que no vacilan en hacer un video falso con IA de Macri el día previo de las elecciones dando de baja a la candidata del Pro- suben cada día la apuesta de los insultos y los agravios a todo el que ose disentir con su persona o sus políticas. De liberal, tiene muy poco. Y eso según su propia definición.
He aquí el problema de Milei. Recibió un país hecho trizas política, social y económicamente. Ganó a caballo del hartazgo de la gente que quería algo nuevo. Milei ofreció algo nuevo: “las ideas de la libertad” de Juan Bautista Alberdi, ese gran prohombre argentino que escribió la Constitución de 1853, tomada de “Las Bases y puntos de partida para la organización política de la Argentina” que escribió en 1852.
Pero esas ideas de la libertad no solo implican la libertad económica y equilibrios macro sino también la existencia del marco institucional democrático y republicano sobre el cual la libertad económica se asienta y prospera. Y sin el cual, más pronto que tarde, se desploma. En otras palabras, la libertad económica no puede funcionar sin un entramado institucional que respete y defienda la separación de poderes, los derechos y libertades individuales, empezando por la libertad de expresión a la que Milei tiene en poco pues considera a casi todos los periodistas como “ensobrados”, la independencia de la justicia y las garantías constitucionales.
En lo económico, la Argentina se ha ido encarrilando con una política sana de reducción del déficit y de la inflación, de desregulación e incentivo para la inversión y el crecimiento. Pero no ha ido de la mano la reconstrucción del orden institucional. Milei, en minoría en el Congreso, no busca aliados sino súbditos. Quiere pleitesía a su persona y la de su hermana y quien se desvía de ese camino es un traidor.
Por eso, el pasado 25 de mayo en la Catedral Metropolitana le negó el saludo a su vicepresidenta y al jefe del gobierno porteño. Un acto inaudito e innecesario.
Pocas horas después posteó en redes sociales lo siguiente:
ROMA NO PAGA TRAIDORES Si se es bueno con los malos (esto es con quienes traicionan, mienten, calumnian, injurian y ensucian por una mera ventajita) se termina siendo muy malo con los buenos. Fin. PD: saludos para chantalán Gutiérrez Rubí y otras basuras varias. (esto último en referencia a un asesor de Jorge Macri)
Un seguidor en redes le respondió a Milei: “Tranquilo, emperador. Se te subió la toga a la cabeza. Acordate de que los emperadores caen. Y no suelen caer de la mejor manera.”
La violencia engendra violencia y sobre la violencia no se construye institucionalidad ni paz, ni progreso. Muy acertado estuvo al respecto el eminente cientista político argentino Natalio Botana quien, este pasado domingo, declaró a La Nación : “Estamos viviendo una etapa de violencia verbal, lo que yo llamo la tormenta reaccionaria. Y esa violencia verbal está marcada por otro concepto que estoy usando mucho, que es la barbarie de la palabra. Y me ha satisfecho bastante haber escuchado al Papa, recientemente a León XIV, que habla de la guerra de las palabras. Esto significa que esta violencia verbal, esta tormenta reaccionaria, no sólo está en la Argentina: está en el mundo occidental”.
Y si nos referimos al Papa León XIV, también es muy oportuno traer colación una cita suya que publicó el periodista Morales Solá el pasado domingo en La Nación: “La paz comienza con la forma en que hablamos de los demás” y que “debemos decir no a la guerra de las palabras”.
Un buen consejo para Milei y para muchos gobernantes de este mundo tan polarizado. Para Milei será una ayuda para resolver el gran problema que tiene por delante: construir institucionalidad y afianzar la república. Sin eso, lo demás es construir un castillo en la arena.