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Tres aplausos para Putin
Ricardo Peirano, Semanario Voces, 21 de agosto de 2025
La cumbre entre Vladimir Putin y Donald Trump del pasado viernes 15 venía complicada. Sin precondiciones, sin siquiera un cese de fuego momentáneo de 24 horas como gesto de buena voluntad por parte Rusia, sin mucho trabajo de negociación previo por parte de ambas delegaciones. Pero terminó mejor de lo que los ucranianos y los europeos en general temían: Trump no logró ningún “magnífico acuerdo” aunque sí dijo que había habido “enormes progresos”. Con todo, se ve que no todo fue de acuerdo a lo esperado por el presidente americano ya que dijo que al no haber podido conseguir un cese de fuego se iría directamente a un acuerdo de paz. Algo así como, si no puede lograr lo mínimo voy por lo máximo.
Pero comencemos por el principio. En la base aérea de Anchorage (Alaska) se produjo algo inusitado. Llegaron los aviones de los dos presidentes casi al mismo tiempo. Trump bajó primero, caminó por la alfombra roja y se puso a espera a Putin que veía hacia el en otro alfombra roja, extendida en forma perpendicular. Mientras Putin se acercaba, Trump realizó tres breves aplausos al mandatario ruso. Luego le estrechó la mano y fueron caminando juntos hacia el punto de encuentro. Todo normal para una reunión de dos jefes de estado si no fuera porque Putin, desde la invasión a Ucrania en febrero de 2022, se ha convertido en un paria internacional y de hecho es requerido por la Corte Penal Internacional como criminal del guerra. Afortunadamente para Putin, los Estados Unidos no son signatarios de dicho Tratado y por tanto no tienen obligación de detenerlo.
No obstante, una cosa es que no haya obligación de detener a Putin y otra muy distinta es que se lo reciba con un triple aplauso, como un estadista digno de admiración. ¿Aplauso por qué? ¿por iniciar la guerra? ¿por mantenerla, pese a la heroica resistencia ucraniana? ¿para demostrar que fue Biden el responsable de que se iniciara la guerra, como sostiene Trump y ahora concuerda Putin?
Es bueno que Trump haga sus mayores esfuerzos para conseguir la paz pero no a costa de hacer cosas disparatadas y fuera de lugar y menos aún concesiones que no están en su mano hacer. A Zelensky, cuando lo recibió en febrero en la Casa Blanca, no lo aplaudió. Más bien lo zarandeó frente a las cámaras de televisión, urbi et orbi. Incluso le objetó su vestimenta. Es difícil encontrar una explicación a ese aplauso a un hombre que no representa ninguno de los valores de Occidente. La única explicación del aplauso es que Trump tenga una secreta admiración por Putin, como hombre fuerte, que hace las cosas que tiene que hacer sin mirar demasiado la letra de la ley o de la Constitución. Como también se ve que la tiene por XI Jinping, el hombre fuerte de China.
El aplauso fue breve pero dice mucho. Trump alardeaba de acabar con la guerra de Ucrania en “24 horas”. Ya lleva 7 meses sin conseguir siquiera un cese de fuego. Sigue diciendo que esta guerra no es suya sino de Biden, como si los países pudieran dividir los actos de gobierno y dejarlos en el pasado. Y además como si Biden la hubiera iniciado.
Es obvio que Trump está molesto de no haber podido cumplir su bravuconeada. Lo mejor es no hablar de más y no prometer lo que no se puede cumplir.
En Alaska no hubo avances. Ni siquiera la habitual conferencia de prensa. Putin dijo que había que ir a solucionar “la raíz” de los problemas de Ucrania y Trump puso todo su optimismo al decir “no hay acuerdo hasta que hay acuerdo” aunque si “grandes progresos”.
La ¨raíz” no es la desnazificación de Ucrania como se dijo en febrero de 2022 sino el fin de una Ucrania independiente y democrática. Por eso Putin quiere al menos una Ucrania totalmente neutral, un cambio de gobierno con un presidente sin poder real y otra serie de requisitos de protección de zonas con mayoría de habitantes rusos.
De regreso a Washington, el presidente americano llamó a Zelensky y le hizo saber que habría que aceptar los términos rusos (territorios por paz). El famoso “land swap”. O intercambio de tierras, que incluyen Crimea, tomada en 2014, pero también gran parte de la región del Donbas, tomada en la reciente invasión. Parte de la cual está en manos rusas pero otra parte no y que es una zona crítica para la defensa de Ucrania.
Zelensky, con temor que Trump cerrara un acuerdo con Putin a sus espaldas a cambio de paz se apresuró a anunciar su inmediato viaje a Washington. A sabiendas de lo ocurrido en la horrible reunión de febrero, los principales lideres europeos y de la OTAN decidieron acompañarlo. Y al menos hubo una reunión más balanceada. Incluso Zelensky se vistió con un traje oscuro para agradar a Trump y se preocupó de decirle “gracias” todas las veces que pudo. Mucha hipocresía pero ya había aprendido la lección a la fuerza: a Trump le gusta que lo halaguen.
De Washington todos se fueron con la idea de que algún avance habrá hacia la elusiva. Al menos una reunión entre Putin y Zelensky, esponsoreada por Trump y luego una reunión trilateral en la que participará Trump. Esto hasta el día 19 de agosto, porque todo cambia en forma muy dinámica y máxime con las vueltas que da Trump cuyo objetivo es terminar con la guerra más que lograr una paz justa. Que por cierto, implicaría un retiro de Rusia a las fronteras que invadió en febrero de 2022. Algo impensable hoy día excepto para los valientes ucranianos que luchan por su territorio y por otros países que ven con temor el hecho de que las fronteras se puedan dibujar de nuevo por el ejercicio de la fuerza. Si esto ocurre en Ucrania, por qué no podría pasar lo mismo en Finlandia o en los Países Bálticos.
Son tiempos difíciles para Occidente sobre todo cuando uno de sus pilares -Estados Unidos- abdica de sus responsabilidades. Muy clara estuvo, en cambio, la primera ministra italiana Giorgia Melloni, que al tiempo que agradecía a Trump sus esfuerzos por lograr la paz, señalaba la necesidad de dar seguridades a Ucrania de que la invasión rusa no se repetiría y hablaba de hacer algo parecido al artículo 5 de la OTAN que establece la obligación de defensa mutua ante una agresión externa.