Pulso Global | Febrero 2024

Fecha de publicación: 2/2024

La mirada de esta edición está puesta en el mundo:

En “La Lupa”, reflexionamos sobre la nueva ola nacionalista-populista de la mano de la vuelta en escena del expresidente Donald Trump, en el marco de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

En “Las Señales”, explicamos las protestas de los agricultores en Europa en un contexto de campaña electoral para renovar el parlamento europeo.

Por otra parte, en “El Termómetro”, analizamos la evolución del conflicto en Medio Oriente y las negociaciones para acabar con la guerra entre Israel y la Franja de Gaza.

En "El Rastreador", nos adentramos en las elecciones globales en las que se disputa el rumbo del mundo.

En "Lo que se viene", exploramos las elecciones en Estados Unidos, durante el proceso de las primarias, donde es probable que en los comicios de noviembre Trump y el actual mandatario Joe Biden se enfrenten nuevamente.

 

La Lupa

El ascenso del veneno populista-nacionalista

El cúmulo de crisis experimentadas en el siglo XXI explica la percepción de incertidumbre que predomina en el mundo, creando un terreno fértil para el renacimiento o consolidación de movimientos y líderes nacionalistas y populistas, como los que estamos observando en la actualidad en Estados Unidos (EEUU) y Europa.

Los ataques terroristas del radicalismo islámico del 11-S marcaron el comienzo del siglo, con un drástico cambio de paradigma en términos de vigilancia y de seguridad en todo el mundo. Luego, encarnizados conflictos militares en países de raíz islámica, una crisis financiera global, la tensión entre Estados Unidos y China y, para rematar, más acá en el tiempo, la pandemia de Covid-19, la invasión de Rusia a Ucrania y el recrudecimiento del conflicto en Medio Oriente. Todo ello sin mencionar los desastres naturales y los efectos nocivos del cambio climático a lo largo de la presente centuria.

Cada una de estas crisis, con efectos duraderos y acumulativos, pueden derivar en un clima de inestabilidad y ansiedad en muchas sociedades. Un ambiente de incertidumbre que podría manifestarse en diversos aspectos de la vida cotidiana, incluyendo la seguridad económica, la estabilidad política, la salud pública y el bienestar social.

Como muestran diferentes episodios históricos, las crisis de envergadura crean un entorno propicio para el ascenso de adalides que ganan popularidad con respuestas simplificadas y promesas de seguridad y estabilidad. Esta dinámica es evidente en varios países, incluyendo EEUU y el viejo continente, donde este tipo de liderazgos ha ganado influencia en los últimos años.

En términos generales, en tiempos turbulentos, las personas pueden sentir más apego por líderes y movimientos que prometan restaurar la seguridad y la estabilidad, mediante narrativas simples y binarias, que se levantan como una respuesta contundente en contra de las élites y las instituciones establecidas, sacando partido al enojo con el establishment por parte del grueso del electorado.

Los movimientos políticos de estas características reivindican valores nacionales distorsionados en torno a la identidad, que dan abrigo en un mundo incierto y fragmentado.

 

El Estado iliberal

La vuelta al escenario del expresidente republicano Donald Trump, que va punteando las primarias con holgura y grandes chances de repetir en la Casa Blanca, ha insuflado las ideas de un nacionalismo global que se suele calificar de “conservadurismo nacional”.

En Europa, los países más influyentes tienen en el Congreso partidos de extrema derecha que expresan una ideología similar a la de Trump. Los estudios de opinión pública arrojan un ascenso de estos grupos en las elecciones del próximo junio del Parlamento Europeo.

Consolidados en Hungría, en ascenso en Alemania, con posibilidades presidenciales en las próximas elecciones de Francia, mientras se mantienen estables en otros países. 

Puede parecer una contradicción que partidos que cierran filas en un conjunto de nociones abstractas que interpretan como únicas, tengan a su vez una expresión universal.

Pero así es, salvando las particularidades de cada caso. No es lo mismo Viktor Orban (Hungría) que Giorgia Meloni (Italia) -más apegada a las reglas- o Marine Le Pen (Francia), pero es posible detectar rasgos comunes en la prédica antiinmigración y contra el multiculturalismo; cerrada defensa a la familia tradicional; el freno al libre comercio; y en la arremetida contra las políticas de educación, la burocracia internacional y, en general, la arquitectura institucional de la posguerra.

Muchos de ellos, desde posiciones de autoridad, espacios institucionales de oposición o en el debate público, suelen ser identificados como iliberales, en referencia a posturas desafiantes para las democracias liberales tradicionales por un enfoque más autoritario o populista en la gobernanza.

Un conjunto de pensadores, académicos, think tanks y organizaciones de la sociedad civil, tanto en EEUU como en Europa, están proporcionando un sustento teórico a estas expresiones nacionalistas-populistas que, por su propia idiosincrasia, se muestran dispersas o con débiles instancias orgánicas.

Se trata de partidos con una fuerte retórica en contra de las instituciones multilaterales, las cuales consideran contaminadas por el globalismo.

Las elecciones previstas a lo largo de 2024 podrían significar una consolidación partidos que profundizan la polarización (más información en la sección El Rastreador).

Tanto Trump como las otras figuras de estas expresiones duras de derecha, rechazan las opiniones críticas contra ellos, acusándolos de subvertir las reglas de juego de la democracia y de sentirse a gusto de sortearse los procedimientos institucionales.

Steve Bannon, exasesor de Trump y un referente ideológico del nuevo nacionalismo de derecha, está convencido que todo lo mejor está por venir para un movimiento global que es “cada vez más poderoso y más grande”.

 


Las Señales

 

Una pequeña luz se asoma en Israel-Gaza, pero lejos aún de una solución de fondo

 

Palestinos inspeccionan las casas destruidas tras un ataque aéreo israelí cerca de la mezquita de Al-Farouq en el campo de refugiados de Rafah, al sur de la Franja de Gaza, jueves 22. (EFE). 

En los últimos días se han reanudado las negociaciones para buscar una solución a la guerra entre Israel y Gaza, las cuales se están llevando a cabo con premura con el fin de alcanzar un acuerdo antes del inicio del Ramadán el próximo 9 de marzo. Esto ocurre mientras persiste el avance militar israelí en el sur de la Franja de Gaza y se registran bombardeos en áreas especialmente involucradas en el conflicto que avivan el conflicto bélico.

El lunes 26, una delegación del gobierno del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu llegó a Catar para participar en las deliberaciones con un grupo de países mediadores. Estas negociaciones tienen el objetivo concreto de llegar a un acuerdo de alto al fuego temporal con el grupo terrorista Hamás y la liberación de rehenes israelíes retenidos en Gaza. Este paso fue posible gracias al avance logrado en las conversaciones en París del viernes 23, en las que participaron representantes de Israel, Estados Unidos, Catar y Egipto.

Aunque la sola existencia de la mesa deliberativa sea significativa, todavía pervive un clima de incertidumbre sobre las posibilidades reales para un alto en la guerra.

El plan arriba de la mesa incluiría una tregua de una semana de los combates y el intercambio de rehenes israelíes por palestinos encarcelados en Israel, aunque esta información aún se encuentra en condicional debido al hermetismo de las partes.

El gobierno estadounidense de Joe Biden mantiene un "optimismo cauteloso" en torno a las negociaciones diplomáticas. Aún falta avanzar en los detalles del plan y, no menos importante, conocer el punto de vista de Hamás, el cual se canalizará a través de las intermediaciones de Catar y Egipto.

No es claro todavía qué tan aceptable sea la propuesta para el grupo terrorista, una duda que probablemente se despejará en los próximos días, dada la premura por arribar a una solución sobre los aspectos más urgentes, como significa la detención de bombardeos a una Gaza asolada y la liberación de los rehenes israelíes en poder de Hamás.

El pasado 7 de octubre, un comando de grupos radicales palestinos, liderados por Hamás, llevó a cabo un cruento ataque terrorista en territorio israelí, resultando en la muerte de aproximadamente 1.200 personas, la mayoría civiles. También tomaron 250 rehenes, de los cuales 130 siguen secuestrados en Gaza -es posible que una treintena haya muerto en cautiverio-, todos ellos víctimas de diversas formas de abuso y tortura, una clara violación de los derechos humanos. La Asociación de Centros de Ayuda a Víctimas de Violación de Israel constató que los terroristas cometieron violaciones y abusos sexuales "sistémicos e intencionales" durante el asalto, e incluso mutilaciones. Según la investigación, “en algunos casos, las violaciones se llevaron a cabo frente a una audiencia, como padres, familiares o amigos, con el fin de aumentar el dolor y la humillación de todos los presentes”.

Desde entonces, el gobierno de Netanyahu se ha propuesto terminar con Hamás, desencadenando una escalada bélica que esta semana se tradujo en unos 30 mil palestinos muertos, según información gazatí, y la práctica destrucción de la estructura física de la Franja de Gaza. Un reciente informe del Banco Mundial advierte que casi todos los habitantes de este enclave palestino vivirán "en la pobreza" en el corto plazo.

Una solución de fondo

Un eventual acuerdo en Catar o en otro país árabe más adelante significaría resolver la urgencia humanitaria más dramática, pero no representa una solución de fondo que asegure la convivencia pacífica entre dos pueblos de identidades y creencias muy distintas.

La comunidad internacional, incluyendo a Estados Unidos, aboga por la creación de dos Estados separados, una idea que nace en la década de 1930 y que en la década siguiente hizo suya la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Pero es un plan que sufrió avances y retrocesos a lo largo del tiempo y no recoge una concordancia completa entre palestinos e israelíes.  En el actual contexto conflictivo, parece poco probable que se convierta en realidad.

En estos días, un actor principal como el primer ministro Netanyahu reafirmó sus tres objetivos de la guerra, algunos de los cuales contradicen una solución de fondo para ambas partes: la liberación de los rehenes israelíes, la eliminación de Hamás y la obtención de garantías para que Gaza no represente una amenaza para su país. El enfoque militar y geopolítico del gobernante, junto con la continuación de la ofensiva militar, hacen incompatible la idea de dos Estados, especialmente cuando el líder israelí percibe que esto significaría un “peligro existencial” para su país.

Hamás, por su parte, tiene como uno de sus principios fundacionales la aniquilación de Israel.

El actual estado de cosas en Medio Oriente está marcado por tensiones y conflictos entre las partes involucradas. Se observa una intensa animosidad entre los bandos enfrentados, con actores influyentes como Irán ejerciendo una influencia nociva entre bastidores. Esto añade complejidad al panorama regional que acrecienta la importancia de acordar una gobernanza (estructuras políticas, legales y administrativas) para que dos entidades bien distintas puedan coexistir de manera pacífica y efectiva dentro de una región.

 


El Termómetro 

La rebelión del campo en la Europa comunitaria

Tractores y manifestantes a pie durante la protesta de agricultores en Madrid, España, lunes 26 de febrero. (EFE)

Durante semanas, los sindicatos de agricultores europeos mantuvieron en vilo a los gobiernos de sus países y a las autoridades de la Unión Europea (UE) mediante una serie de protestas, muchas de ellas vehementes, en las que exigían medidas para mejorar el rendimiento de la actividad agrícola. Estas manifestaciones surgieron como respuesta a diversas circunstancias, tales como asuntos fiscales, comerciales y medioambientales, que han afectado a los negocios agrícolas y que confluyen en un sentimiento de desánimo sobre el futuro del trabajo rural en el viejo continente

En diferentes momentos de enero y de febrero, las capitales de Alemania, España, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia y Rumania, entre otros, fueron tomadas por un ejército de tractores y transporte de carga que bloquearon carreteras y rodearon emblemáticos edificios públicos. En las protestas más combativas, como las de Francia, hubo descargas de camiones con productos importados, vertido de estiércol en edificios públicos y depósito de fardos de paja en establecimientos comerciales.

Las imágenes muestran a agricultores enojados debido a las dificultades que enfrentan en la producción de bienes primarios. Estas dificultades pueden ser atribuidas tanto a la competencia de alimentos importados de países fuera de la UE, como a las medidas regulatorias y burocráticas del bloque que, según ellos, aumentan los costos internos. Además, expresan el descontento con el proyecto regulatorio del medio ambiente, que ejerce una presión adicional sobre los precios en la agricultura.

 Los pesticidas son herramientas importantes de los predios rurales para proteger los cultivos de plagas, enfermedades y malezas que podrían dañar las cosechas y reducir los rendimientos.  

La reducción del uso de pesticidas, promovida por las autoridades comunitarias en favor de prácticas agrícolas más sostenibles y respetuosas del medio ambiente para contrarrestar el calentamiento global, genera una importante tensión con las gremiales del campo. Estas últimas temen un aumento en los costos de producción, lo que podría afectar negativamente los ingresos y la viabilidad de las operaciones rurales en su concepción actual.

Negativa al libre comercio

Un capítulo de quejas y preocupaciones emerge con fuerza: el rechazo al ingreso de alimentos provenientes de países como Ucrania y Brasil. Este rechazo se fundamenta en la percepción de los agricultores, quienes consideran que enfrentan una competencia desleal debido a los altos costos internos del bloque europeo.

Para los agricultores europeos, este escenario plantea una seria amenaza para su sustento y la viabilidad a largo plazo de la agricultura local. Muchos argumentan que no pueden competir equitativamente con los productos importados debido a los altos estándares de calidad y seguridad alimentaria que deben cumplir, así como a los costos asociados con la mano de obra y los insumos dentro de la UE.

Las reivindicaciones de alivio fiscal, por ejemplo en el precio del gasoil, y de subvenciones, no es solo una cuestión económica, sino que también abarca aspectos sociales y culturales. En el medio rural ven amenazada la preservación de las tradiciones agrícolas locales y la soberanía alimentaria. Expresan su preocupación por el impacto negativo que la importación masiva de alimentos podría tener en las comunidades rurales, donde la agricultura es una parte integral de la identidad y el tejido social.

En medio de este contexto tenso, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha admitido que la agricultura europea atraviesa una "crisis". Esta situación ayuda a entender por qué no se están progresando acuerdos comerciales significativos, como el pacto entre la UE y el Mercosur, el cual ha experimentado importantes demoras, principalmente debido a consideraciones políticas.

El enojo de los agricultores se manifiesta en un momento de alta sensibilidad política, a tan solo cuatro meses de las elecciones al Parlamento Europeo.  

Con las elecciones del bloque en el horizonte, los políticos y partidos están prestando una atención especial a las preocupaciones y demandas de diversos sectores de la sociedad, especialmente en lo que respecta al desarrollo y la viabilidad del sector agropecuario.

 


El Rastreador

La mitad del mundo vota en 2024

 

La mitad del mundo vota en 2024

Por primera vez en la historia, más de 4 mil millones de personas tendrán elecciones en sus países este año.

La importancia de las elecciones previstas este año radica en su magnitud: los 75 países involucrados reúnen 60% del PIB mundial, más de 50% de la población y 46% de las emisiones de gases de efecto invernadero, como se muestran en el mapa interactivo elaborado por CERES.

Del resultado global dependerá el grado de la integración del mundo, la evolución del comercio internacional y de más o menos tensiones por la polarización y el avance de la desinformación. Simultáneamente permitirá medir el aceite de la cooperación internacional en asuntos como la lucha contra el cambio climático y la regulación de la inteligencia artificial.

La señal de Taiwán

El pasado 13 de enero los ciudadanos de la República de China (Taiwán) eligieron primer mandatario a Lai Ching-te, un promotor del fortalecimiento militar de la isla y defensor de su independencia con respecto a China continental, una postura que alimenta la tensión frente al gobierno de Xi Jinping y pone más en guardia a Estados Unidos (EEUU).

También hubo comicios en Pakistán, donde los candidatos apoyados por el opositor encarcelado Imran Khan tuvieron una votación sorpresivamente alta el 8 de este mes. Cuando fue primer ministro, Khan comenzó siendo visto como un líder algo cercano a EEUU, pero posteriormente se inclinó hacia Rusia —lo que generó desconfianza en el ejército— y actualmente esgrime una retórica antioccidental y nacionalista.  El masivo apoyo a su movimiento es leído como contrario al establishment tradicional conformado por las fuerzas armadas y los partidos históricos de Pakistán. A pesar del gran respaldo a Khan, la votación no fue suficiente como para reunir una mayoría en el parlamento que le permita formar gobierno. Debido a esto, los dos partidos tradicionales conformaron un gobierno de coalición apadrinado por el ejército pakistaní, mientras el partido de Khan denuncia que los comicios fueron fraudulentos.

En Finlandia, el domingo 11 de febrero las urnas ungieron al ex primer ministro de centroderecha Alexander Stubb como presidente. En el país nórdico, el jefe de gobierno es el primer ministro, pero el presidente —jefe de Estado— dirige la política exterior. Stubb deberá administrar la tensión con Rusia en medio de la incorporación de Finlandia a la OTAN, dejando atrás la histórica política de neutralidad entre occidente y su enorme vecino.

Rusia e India

En Rusia, el presidente Vladimir Putin buscará su quinto mandato en marzo, mientras que los opositores más destacados se encuentran fuera del país, presos o muertos. Alexei Navalny, el crítico más prominente de Putin, falleció el 16 de febrero en la cárcel donde estaba recluido en el ártico ruso, bajo circunstancias oscuras.

India, el país más poblado del mundo desde 2023, movilizará casi mil millones de electores entre abril y mayo. El actual primer ministro Narendra Modi es el favorito por gran margen, con un discurso nacionalista dirigido a la mayoría hindú del subcontinente y excluyente de la minoría musulmana. Diversas organizaciones internacionales ven con preocupación una acumulación de poder de Modi que erosione la calidad democrática del país.

En Europa, la mayoría de los países no necesariamente elige sus autoridades nacionales, pero sí la conformación del Parlamento Europeo. La elección tendrá lugar entre el 6 y el 9 de junio y decidirá el balance de una institución de referencia para la adopción de regulaciones ambientales, que busca posicionarse de la misma manera con respecto a la normativa que regule los avances en inteligencia artificial. Además, la agenda estará ocupada por los precios, el nivel de integración del bloque y la inmigración. Adicionalmente, se espera que el Reino Unido convoque a elecciones parlamentarias este año.

A nivel mundial, la votación más importante es la elección presidencial de EEUU, el 5 de noviembre, luego de un largo procedimiento electoral. Al igual que cuatro años atrás, los favoritos a disputarse el sillón del Salón Oval son el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden. Una victoria de Trump puede significar una retirada unilateral de EEUU de la OTAN y un rol reducido de la potencia como policía del mundo (más información en la sección LO QUE SE VIENE).

Grandes países como Brasil y Turquía no eligen presidente ni legisladores, pero tienen elecciones de autoridades regionales a nivel de todo el país. Se trata de una prueba que medirá el respaldo de los gobiernos de Lula y Erdogan.

Aunque todas las instancias electorales son relevantes para la vigencia de la democracia, no todas tienen la misma influencia o importancia.

No es la misma influencia la que tendrá el voto en Venezuela —donde la administración autoritaria encabezada por Nicolás Maduro proscribió a la principal candidata opositora María Corina Machado y no hay garantías electorales— que en democracias plenas como Dinamarca (o Uruguay), donde la decisión de una mayoría de ciudadanos libres verdaderamente se refleja en la orientación de las políticas de su gobierno. Tampoco tienen la misma importancia para el mundo: la configuración del orden internacional no será igual de acuerdo con quién triunfa en EEUU, en países desarrollados o en potencias emergentes.

 

 

Lo que se viene

Comienza la carrera presidencial en Estados Unidos

 

Fotos: Agencia EFE

El 2024 electoral tendrá bajo la mira lo que sucederá en noviembre cuando los ciudadanos estadounidenses acudan a las urnas para definir quién tomará las riendas del país por los próximos cuatro años a partir del 20 de enero de 2025.Los dos principales partidos políticos comenzaron con el proceso de elecciones primarias a finales de enero.

Por el lado Republicano, las probabilidades se decantan por una tercera candidatura de Donald Trump tras obtener por amplio margen victorias en los caucus de Iowa, Nevada e Islas Vírgenes, y en las primarias de Nuevo Hampshire, Carolina del Sur y Michigan, frente a su principal contendiente Nikki Haley. Además, el expresidente cuenta con los apoyos del gobernador de Florida, Ron DeSantis, y el empresario Vivek Ramaswamy, quienes se retiraron de la carrera presidencial luego de conocer los resultados de Iowa el pasado 15 de enero.

Las principales dificultades que desafía Trump no están en el plano electoral, donde cuenta con un sólido apoyo de las bases del partido, sino a nivel judicial, donde afronta diversos cargos que van desde desclasificar documentos confidenciales hasta acusaciones de subversión por los hechos acaecidos en el Capitolio en enero de 2021. Esta última incriminación podría incluso despojarlo de la carrera presidencial.La defensa del exmandatario presentó una moción en donde indica que los presidentes gozan de inmunidad judicial, por lo que no podría ser juzgado por sus acciones mientras se mantuvo al frente de la Casa Blanca. Este recurso fue rechazado en primera instancia por el Tribunal de Apelaciones de Florida, no obstante, Trump apeló la decisión y recibió una bocanada de oxígeno desde la Suprema Corte de Estados Unidos, que comunicó días atrás que no se expedirá pronto sobre este fallo, lo que le permitiría al expresidente competir en los comicios de este año.

Por su parte, la primaria Demócrata muestra un panorama aún más claro con la alineación del partido detrás de la reelección del actual presidente Joe Biden, quien ha arrasado en las primarias de Carolina del Sur y Nevada, obteniendo alrededor del 90% de los votos, y en Michigan, donde obtuvo poco más de 80%. En ese último Estado el mandatario recibió una señal de advertencia al contabilizarse un 13% de votos “no comprometidos”, es decir, por ninguno de los candidatos alistados, lo que se interpreta como una señal de protesta por la política que lleva adelante la Casa Blanca con relación a la guerra en Gaza.

El calendario electoral indica que la primera semana de marzo será clave para ambos partidos, con la celebración de caucus y primarias en 20 Estados por el lado republicano, y 15 primarias por el lado demócrata, incluido el super martes, donde se define aproximadamente un tercio de los delegados de cada partido.

La instancia de primarias se extenderá hasta la primera semana de junio, donde quedarán definidos los delegados que participarán en la convención nacional demócrata y republicana que nominará a los candidatos a presidente y vicepresidente para la elección del 5 de noviembre.

Encuestas: ventaja para Trump

De acuerdo con las proyecciones del sitio 270toWin, hecho a partir de estudios de opinión pública en todo el país, hoy en día Trump tendría ventaja para obtener 259 votos electorales (sumando los seguros, muy probables y probables), cerca de los 270 necesarios para llegar a la Casa Blanca. Por su parte, Biden obtendría 214 y los 65 restantes, correspondientes a los estados de Michigan, Minnesota, Arizona, Wisconsin y Pensilvania, se encontrarían en un escenario competitivo entre ambos candidatos. Sin embargo, bastaría con una victoria republicana en uno de estos tres últimos Estados para que Trump gane las elecciones.

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