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La batalla de los 100 días
Ricardo Peirano, Semanario Voces, 19 de junio de 2025
El pasado lunes 9 de junio se cumplieron 100 días del inicio del gobierno del presidente Yamandú Orsi. Y la llegada de esa fecha ha desatado una intensa batalla entre oficialismo y oposición acerca de cuáles son los logros (si pocos o si muchos) del gobierno hasta el momento. Y ello como una forma de definir el éxito o fracaso del nuevo gobierno.
La medida de los primeros 100 días es totalmente simbólica. Surge inicialmente en Estados Unidos, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt, quien asumió el cargo en 1933 durante la Gran Depresión, aplicó un ambicioso paquete de medidas legislativas y ejecutivas, conocido como el "New Deal", para aliviar los efectos de la recesión y poner la economía en marcha. Con el paso del tiempo, los “100 días” se convirtieron en un punto de referencia para evaluar el impulso, la eficacia y la dirección de un nuevo gobierno. Pero no son más que un período simbólico que tiene mayor o menor importancia según el contexto del que se trate.
En la Gran Depresión era vital actuar con rapidez y eficacia. En otras épocas más normales, la velocidad no es tan importante como el rumbo. A veces, incluso, el frenético afán legislativo puede ser muy nocivo y más en países como los nuestros que toman como indicador de éxito parlamentario el número de normas que se aprueban en cada legislatura. Preferible es, si no hay una catástrofe en camino como la Gran Depresión o la crisis del 2002 o las crisis financiera de las hipotecas de 2008 o la crisis de la pandemia del COVID en 2020, seguir el buen consejo que Don Quijote le dio a Sancho Panza cuando lo puso al frente de la ínsula Barataria: “Pocas pragmáticas (es decir, normas) Sancho, pero que sean buenas”.
En ese sentido, es preferible un comienzo tranquilo o anodino que el comienzo del presidente Trump declarando todo tipo de emergencias nacionales y arrogándose para sí poderes de excepción para poner aranceles sin pasar por el Congreso o para deportar inmigrantes legales o ilegales sin el debido proceso.
De cualquier manera, es importante analizar las visiones que han surgido tanto desde el gobierno como desde la oposición de estos 100 días. El domingo 8, momento un poco habitual para hacer anuncios, el gobierno hizo una recopilación de 46 medidas adoptadas en este período poniendo en la lista de éxitos cosas realmente banales que son de ordinaria administración y que no forman parte de un plan de gobierno. Por ejemplo, reponer medicamentos en ASSE, adoptar medidas para combatir la diferencia cambiaria con Brasil y un nuevo sistema para fijar el precio de los combustibles que solo agrega confusión y caja para el estado. Incluyen allí la convocatoria de una ronda de los Consejos de Salarios cuando eso era algo que tocaba por ley para este semestre. Tampoco es relevante la apertura de un consulado en Hong Kong y la aprobación de la presidencia uruguaya de la Celac para 2026, organismo muy desprestigiado por cierto. Y dentro de las 46 medidas no se puso “se compró por Colonización de la estancia María Dolores”, que se va a llevar una buen rubro presupuestal que a muchos ministerios les vendría muy bien.
Esas 46 medidas parecen sacadas de urgencia de cada ministerio y puestas en una bolsa común para decir: “Ey, atención, miren que aquí hicimos cosas”. Es como que digan que la policía detuvo delincuentes, se siguieron dando clases en las escuelas públicas y decomisó droga.
Por otra parte, el oficialismo dijo que no pudo avanzar mucho porque tuvo que “desactivar bombas” o “apagar incendios” que había dejado la administración anterior. Entre ellas CASMU, que no era problema nuevo, y la Caja Profesional, que pudo estar solucionado hace tiempo si el propio Frente Amplio hubiera acompañado una propuesta del gobierno muy similar a la que ahora se propone. Lo único serio que se ha heredado es el problema crónica de la falta de crecimiento y un déficit fiscal elevado, pero esas no son cosas que se resuelven en 100 días. Al menos está enunciado en la agenda de la autoridades del Ministerio de Economia.
También algunos integrantes del gobierno reconocieron que tuvieron que lidiar con problemas internos como las renuncias de la ministra de Vivienda, Cecilia Cairo, de la vicepresidenta de la ANP, Alejandra Koch y del presidente de Colonización, Eduardo Viera. Mucha renuncia en poco tiempo por falta de cumplimiento legal.
Por parte de la oposición, además de exigir más acción y ejecutividad, cosa que no se sabe a priori si es positivo cuando hay tantas agendas abiertas -y varias en contradicción- dentro del partido de gobierno, se marca una falta de rumbo. Ello es natural por cuanto la campaña del Frente Amplio se dedicó a jugar por la negativa frente al gobierno saliente al que no concedió ni siquiera una cosa buena como el manejo de la pandemia. Las propuestas fueron escasas y muchas veces utópicas por la falta de recursos para llevarlas a cabo. Afortunadamente el timón económico ha recaído en un equipo sólido y solvente. El mayor problema está detectado y diagnosticado: retomar la senda del crecimiento. Lo difícil es adoptar las políticas para contribuir a ello o, en todo caso, la no adopción de políticas que conspiren contra el.
En definitiva, quien mejor definió la situación fue el propio Orsi en entrevista con El Observador: “Hay un exceso de politólogos, me parece. De politología. Están medio enredados, pero está bien, para eso están, para analizarnos. Yo no pensaba otra cosa distinta, si alguien pensaba que iba a entrar con tres o cuatro leyes e iba a ser la vedete del carnaval, que sigan esperando, no me interesa”.
Es Orsi en estado puro. El hombre de los consensos, de las cercanías, de no buscar las luminarias, de dejar hacer, de buscar los equilibrios en un partido que tiene de todo un poco. Por eso, también ocurren cosas como la marcha atrás en el marco legal de las universidades privadas, confusión respecto a las posiciones frente al conflicto de Medio Oriente y un posicionamiento geopolítico demasiado pegado a Lula, que ya no está marcando la agenda del nuevo orden mundial.
No era dable esperar mucha actividad legislativa en los primeros 100 días. Es conveniente esperar a la ley de presupuesto, donde si estarán las definiciones del gobierno. Y es de esperar el sello del Ministerio de Economía, con el respaldo presidencial. Allí si habrá más material para juzgar la incipiente gestión.
Por ahora, no parece bueno meterse en la “batalla de los 100 días”. Los desafíos de Uruguay son urgentes pero no inminentes. Lo vital es retomar el crecimiento, reducir el déficit, mejorar la educación y evitar la multiplicación de agendas sectoriales. Esperemos al presupuesto. Allí veremos cuál es la dirección que toma el gobierno. El problema no es solo tener un rumbo, sino que ese rumbo nos lleve por el buen camino a mejores condiciones de vida para toda la población.