El Comando Sur en la región | Abril 2024
Fecha de publicación: 4/2024
El nuevo impulso del Comando Sur en la región
Presidente argentino, Javier Milei y la jefa del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, Laura Richardson
La presencia de la General Laura Richardson jefa del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos en la región no pasa inadvertida. En abril se reunió en Ushuaia con el presidente argentino Javier Milei donde anunció la construcción de una base naval conjunta con Argentina en el marco de una convicción compartida de que “occidente corre riesgo”.
En el presente las preocupaciones de este comando están centradas la creciente influencia de China en múltiples dimensiones desde el punto de vista económico, político y estratégico, aspecto que cada vez acapara más espacio en sus comparecencias anuales. También, en la proliferación, el avance y establecimiento de diferentes tipos de Organizaciones de Crimen Transnacional que alimentan la violencia y corrupción en la región, dando como resultado un ambiente de inestabilidad general. Atrás quedó su objetivo en los tiempos de la guerra fría de contener el avance de la militarización soviética y cubana en América Latina.
A comienzos de 2024 estuvo en Uruguay donde mantuvo encuentros con el ministro del Interior Nicolás Martinelli, miembros del ministerio de Defensa, Fuerzas Armadas, cancillería y con Carolina Cosse, entonces intendenta de Montevideo, hoy precandidata a la Presidencia de la República. Con el gobierno habló de acuerdos de cooperación militar, y con la jerarca municipal, del manejo de datos y gerenciamiento de la Intendencia de Montevideo.
Tras su visita a Uruguay realizó una donación de un millón de dólares para repartir entre la Dirección Nacional de Bomberos y el Sistema Nacional de Emergencias (SINAE). Según cita El Observador la jefa del Comando Sur negó rotundamente la intención de instalar bases militares -algo que había sugerido el PIT-CNT- y recalcó: “Nosotros no establecemos bases. Venimos aquí como democracias. Identificamos colectivamente con sus países cuáles son las amenazas, los retos y trabajamos juntos para alcanzar esos objetivos”.
Las políticas de la Casa Blanca para el sur del Río Bravo siempre han sido complejas y variadas. Existieron iniciativas de desarrollo, otras de intervención y otras de abandono, pero siempre la política exterior de Estados Unidos por acción u omisión está presente en los países de la región.
El crimen organizado (que explica la mitad de los homicidios del continente), la corrupción, la desafección democrática y la gobernabilidad bajo presión se mantienen como los riesgos políticos relevantes de América Latina, de acuerdo con el índice que elabora el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile.
Ecuador, en estado de conflicto armado interno por la violencia desatada, resulta el ejemplo más reciente que enfrenta la región. Estos fenómenos, junto con la silenciosa penetración de China, son recogidos por las autoridades estadounidenses y representan un aditivo que desencadena acciones concretas del Comando Sur.
En este Monitor de Seguridad, CERES se plantea entender cuáles son las prioridades y temores de Estados Unidos en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe. La visita de un militar del rango de Richardson es una excelente excusa para hacerlo en un momento de ebullición política por las próximas elecciones en Estados Unidos con un planeta con decenas de conflictos armados simultáneos donde se destaca la invasión rusa a Ucrania y la guerra de Israel contra Hamas en los territorios palestinos.
El interés actual de Estados Unidos en las Américas
En la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por sus siglas en inglés), publicado en 2022 por la administración del presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, Estados Unidos plantea que el tiempo presente es una década decisiva en la determinación de cómo van a competir con China y responder a los desafíos compartidos de seguridad que incluyen el cambio climático y las pandemias.
La NSS reconoce que el hemisferio occidental (refiriéndose desde el punto de vista geopolítico a las Américas y sus islas adyacentes) tiene un impacto directo mayor en términos económicos y de seguridad sobre su propio país que cualquier otra región del mundo, por lo que plantean reactivar y profundizar sus alianzas para impulsar las economías, la estabilidad democrática regional y la seguridad ciudadana. De acuerdo con la administración Biden, la pandemia de Covid-19 y la consiguiente recesión económica exacerbó los problemas estructurales de la región impulsando el descontento social y político, dinamitando la fe en la democracia como mecanismo para resolver los problemas, e incitó niveles improcedentes de inmigración irregular hacia los Estados Unidos y a lo largo de toda la región.
En esencia, los lineamientos estratégicos de la administración de Biden relativos a esta región no difieren a los de la administración Trump, aunque tienen matices en los enfoques -como tener en cuenta el fenómeno climático a la hora de enfrentar los desafíos o el rediseño de los tratados comerciales-, están centrados en promover el refuerzo de los vínculos políticos y diplomáticos, las relaciones comerciales y la cooperación militar y de seguridad para contrarrestar la influencia de China y Rusia, así como paliar los efectos de organizaciones transnacionales criminales dedicadas al narcotráfico y la trata de personas.
No obstante, la actual administración considera que la prioridad de Estados Unidos no está en ninguno de los países del Área de Responsabilidad del Comando Sur, sino en trabajar con Canadá y México para impulsar una visión norteamericana del futuro que aproveche las fortalezas comunes y refuerce la competitividad global de Estados Unidos. Sin embargo, observa de reojo y permanece alerta.
A pesar del estado "pacífico" que caracteriza a la región en lo que concierne a la violencia entre Estados, Estados Unidos observa numerosos desafíos en materia de seguridad. Entre estos se destacan el narcoterrorismo, el tráfico de estupefacientes, la criminalidad, la proliferación de bandas delictivas y las catástrofes naturales, todos ellos constituyen preocupaciones preeminentes en el ámbito de la seguridad y planteando significativos retos para la estabilidad regional, así como para la seguridad de Estados Unidos.
Además, las migraciones masivas, las crisis humanitarias y la amenaza del terrorismo extremista ideológico representan fuentes adicionales de preocupaciones que requieren de la vigilancia y acción de los actores pertinentes.
Estos desafíos no solo afectan a los residentes de la región en cuestión, sino que también se caracterizan por su naturaleza transnacional. Dado su carácter, resulta evidente que dichos desafíos no pueden abordarse de manera efectiva únicamente por medio de acciones unilaterales de una nación, sino que requieren de soluciones que sean gestionadas mediante una cooperación multilateral.
Asimismo, la superación de estos desafíos no puede ser delegada exclusivamente a las fuerzas armadas, sino que demanda la creación de una comunidad interagencial verdaderamente integrada. Esta comunidad, aprovechando los efectos sinérgicos de un enfoque gubernamental unificado y de amplio espectro, así como la participación del sector privado, se constituye como la herramienta más idónea para abordar y enfrentar estos retos de la manera más efectiva posible.
La estrategia de Estados Unidos
El “área de responsabilidad” del Comando Sur constituye una región rica en recursos, con un gran potencial y un interés estratégico creciente para Estados Unidos y sus competidores. Representa el 60% de las reservas de litio mundial, el 30% del agua dulce y las reservas de combustibles fósiles más grandes del mundo. A su vez, la proximidad del continente a la Antártida también incrementó significativamente el atractivo de la zona.
El Comando Sur, siguiendo la línea dicotómica que plantea la administración Biden, contempla en su estrategia el asedio que representan los regímenes no democráticos para las democracias en todo el mundo. Para eliminar esa amenaza dentro de EEUU, este comando considera que “debe hacer su parte” alrededor de todos los dominios y espectros de conflicto para contener las numerosas amenazas coercitivas en América Latina y el Caribe.
Estados Unidos observa que la creciente expansión de China, que se expresa a través del aumento del comercio, las nuevas inversiones de empresas controladas por el Estado dentro de sectores estratégicos -marítimo, energético, telecomunicaciones y alimentario, entre otros- y la profundización de las relaciones diplomáticas -expresado en la adhesión de los países latinoamericanos a Iniciativa de la Franja y la Ruta, que es la puerta de entrada a inversiones chinas-, merma la capacidad de acceso e influencia que tienen en la región.
Por su lado Rusia es visto como una amenaza a través de actividades cibernéticas maliciosas, campañas de desinformación y visitas periódicas de alto nivel y proyección de sus fuerzas militares en la región con el objetivo de expandir su visión de un mundo multipolar.
Tema aparte es el crimen organizado transnacional que opera en áreas de inestabilidad, creando condiciones que China y Rusia pueden explotar, de acuerdo con el documento relevado por Richardson, generando así un fenómeno de retroalimentación. Estas amenazas, en conjunto con los efectos del cambio climático, la corrupción y la inmigración ilegal, minan la confianza en las instituciones, aumentando el descontento social y la desconfianza de la población. A su vez, estos factores de inestabilidad y desconfianza provocan que los gobiernos locales deban acudir a recursos y apoyo por parte de fuentes alternativas, principalmente de China y Rusia.
Bajo este diagnóstico, el Comando Sur elaboró su estrategia con base en tres puntos: fortalecer las asociaciones con los actores estatales, contener las amenazas siendo agresivos y construir equipos colaborativos.
Como elemento vital para la seguridad hemisférica, la prosperidad y la capacidad colectiva para el enfrentamiento de los desafíos complejos en materia de seguridad, EEUU está poniendo en práctica el concepto de “Disuasión Integrada”, refiriendo a la utilización de todas las herramientas a disposición del Departamento de Defensa, en estrecha colaboración con sus homólogos en todo el Gobierno de EE.UU. y con sus aliados y socios, para garantizar que los enemigos potenciales comprendan la insensatez de la agresión.
En este sentido, el Comando Sur trabaja junto con su gobierno, sus socios de la OTAN, la sociedad civil organizada -tanto a nivel local como internacional- con el objetivo de alinear las operaciones, actividades e inversiones que pretenden contener la influencia de los actores estatales que consideran malignos: China, Rusia e Irán a nivel global; Cuba, Nicaragua y Venezuela a nivel regional. Lo mismo con el crimen organizado y el terrorismo.
En paralelo, el Comando Sur trabaja en la mitigación de los efectos ambientales producto del cambio climático, la extracción ilegal de recursos naturales, la inseguridad alimentaria y el acceso al agua, además de otros desafíos que se manifiestan más allá de las fronteras de los países. Estos fenómenos, no necesariamente asociados con organizaciones criminales, actores estatales o paraestatales, tienen consecuencias que generan un clima de incertidumbre e inestabilidad en la región.
La relevancia e historia del Comando Sur
El Comando Sur de los Estados Unidos conforma uno de los once Comandos Combatientes Unificados, dependiente del Departamento de Defensa. Es responsable de proveer contingencia planificada, operaciones y seguridad en el área comprendida por Sudamérica, Centroamérica y el Caribe. Su misión es disuadir agresiones, combatir amenazas, brindar apoyo en situaciones de crisis y ayudar al desarrollo de la capacidad de los países aliados, socios y miembros del equipo del gobierno para mejorar la seguridad y defender su territorio y sus intereses nacionales.
Este comando es responsable de proteger los recursos militares estadounidenses localizados en esta área, así como asegurar la protección del canal de Panamá. Para llevar a cabo su misión, cuenta con un presupuesto anual de 200 millones de dólares y comprende un personal superior a 1.200 efectivos militares y civiles, pertenecientes al Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, el Cuerpo de Marines y la Guardia Costera, entre otras agencias federales.
A pesar de iniciativas de transformación, el Comando Sur continúa siendo una organización que lleva a cabo operaciones militares y promueve la cooperación en materia de seguridad con el fin de alcanzar los objetivos estratégicos de EEUU.
Fuera de la lógica de la guerra fría y el mundo bipolar que se disputaba entre el sistema capitalista y el socialista, pero lejos de cumplirse el pronóstico que una vez hiciera Francis Fukuyama tras la caída del Muro de Berlín, plasmado en el libro El fin de la historia y el último hombre, donde planteaba el encauce de todo el mundo hacia las ideas de la democracia liberal, América Latina emerge otra vez como un espacio de disputa geopolítico y debido a ello es probable que escuchemos hablar del Comando Sur con mayor asiduidad.
Laura Richardson
Laura Richardson (11 de diciembre de 1963) es General del Ejército de los Estados Unidos y comandante del Comando Sur del mencionado país. Se formó como aviadora del Ejército y además cuenta con un título de grado en Psicología de la Universidad Estatal Metropolitana de Denver, una maestría en Estrategia de Recursos Nacionales de la Universidad de Defensa Nacional.
Previo a ejercer su actual cargo en el Comando Sur, estuvo designada comandante del Ejército Norte, subordinado al Comando Norte (encomendado a proteger el territorio y los intereses nacionales en Estados Unidos, Puerto Rico, México, Canadá y Las Bahamas). También, sirvió en las guerras de Irak y Afganistán, fue asistente militar de la vicepresidencia de Estados Unidos entre 1999 y 2001, sirvió como enlace legislativo del Ejército ante el Congreso en el Capitolio y como planificadora de campañas del Ejército en el Pentágono.
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