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¿Un nuevo comienzo?
Ricardo Peirano, Semanario Voces, 29 de noviembre de 2024
La economista Sofia Harguindeguy, gerente del área de Consultoría Económica de Grant Thornton escribió este lunes en el suplemento Economía y Mercado de El País que el resultado electoral del balotaje -fuera quien fuera el ganador- abría importantes oportunidades para construir acuerdos que permitan ”enfrentar los grandes desafíos del país”.
La falta de mayorías parlamentarias llevan a la necesidad de negociar, pero en serio, respecto a políticas de largo plazo para romper las trabas al crecimiento del Uruguay. Harguindeguy marcó con gran claridad la falta de crecimiento del país, algo en los que todos coinciden pero no logran superar. Uruguay, aún creciendo al 2.5% potencial -algo que no consiguió en los últimos 10 años- queda lejos de un grupo de países de referencia por tamaño y estabilidad política. De hecho, no nos da para acercarnos a ese grupo objetivo señalado en un estudio de CERES, ni, mucho menos, para atender las necesidades sociales propias de un país con un cierto grado de desarrollo económico que aspira a más.
En efecto, las expectativas que expresa el electorado en materia de atención social en especial a la primera infancia, de mejora educativa, de mayores salarios y jubilaciones -Mujica atribuyó a ese factor el triunfo del Frente Amplio-, de reducción de la pobreza y de la marginalidad, de restablecimiento de la seguridad pública, solo se pueden conseguir con un crecimiento sostenido que duplique el potencial. Ya no hay espacio para más impuesto o más deuda.
En esto hay consenso básico entre técnicos del Frente Amplio -al menos los que parten en primera línea para formar el equipo económico- y los técnicos de la Coalición Republicana. Donde hay diferencias importantes es en la forma de conseguirlo. Mientras que el FA enfatiza el rol del estado con mayor actividad y presencia, la CR trata de desburocratizar y flexibilizar las normativas comerciales y laborales.
No parece haber mucha diferencia en las recetas del manejo macroeconómico entre lo que propone la CR y lo que propone Orsi y su ministro Oddone. La mayor dificultad probablemente surja dentro del FA, donde las políticas que propone Oddone encuentran mucha oposición en sectores radicales y en el movimiento obrero, que se ha convertido en una fuerza de gran importancia dentro del conglomerado de izquierda.
Un parlamento sin mayorías y un presidente dialoguista y sensato parecen ofrecer la oportunidad de lograr acuerdos en políticas de largo plazo. Pero lo ocurrido con el plebiscito de reforma de la seguridad social muestra que hay sectores que están dispuestos a llevar adelante su agenda aún en contra de la mayoría del FA. Son estas posiciones radicales las que pueden poner complicaciones a un presidente y un partido que priorizan, ante todo, la unidad de acción.
Así como en el pasado se lograron acuerdos en materia de zonas francas, de política energética, de política forestal, de ley de inversiones y de impulso a la industria del software, ahora es necesario acuerdos en materia de inserción internacional, de mejorar drásticamente el nivel educativo, y de establecer una política de seguridad que tanto prevenga como reprima.
La falta de mayorías parlamentarias y el convencimiento que hay que salir de la trama del bajo crecimiento son buenos puntos de partida. Vocación de diálogo parece haber entre los lideres de ambas coaliciones. Resta ver si el FA apuesta más a la vía del diálogo político, más importante que un indescifrable diálogo social, o si busca acuerdos puntuales con uno o dos diputados para llevar a cabo su agenda sin mirar lo que piensa la CR.
El camino que elija mostrará sin hay “un nuevo comienzo” o si seguiremos en el debe de nuestra necesidad de crecer mucho más y ofrecer oportunidades a las nuevas generaciones. El tiempo dirá.