Condena a Bolsonaro: ¿en qué impacta a la democracia latinoamericana? 

La primera condena por crímenes contra la democracia en 135 años de historia del país más grande de la región marca la historia y plantea dos desafíos: ¿otros países emularán esta práctica en el futuro? ¿qué pasará con la extrema polarización que vive el país?

Ángel Arellano*, columnista invitado, 15 de setiembre de 2025

El 11 de septiembre de 2025, Brasil vivió un momento histórico: el Supremo Tribunal Federal (STF) condenó al expresidente Jair Bolsonaro a 27 años y 3 meses de prisión por liderar una organización criminal que intentó ejecutar un golpe de Estado tras su derrota electoral en 2022 frente a Luiz Inácio Lula da Silva. Esta sentencia, inédita en los 135 años de la República, marca un antes y un después en la historia democrática del país y tiene implicaciones profundas para América Latina.

Los delitos y el juicio histórico

Bolsonaro fue hallado culpable de cinco delitos: organización criminal, intento de abolición del Estado democrático de derecho, golpe de Estado, daño calificado y deterioro del patrimonio público protegido. Las pruebas presentadas incluyeron borradores para anular las elecciones, presión sobre las Fuerzas Armadas, desinformación sobre el sistema electoral y planes para arrestar autoridades, incluido el presidente Lula.

Además del expresidente, fueron condenados siete altos funcionarios, entre ellos exministros y militares de alto rango como Walter Braga Netto, Augusto Heleno y el excomandante de la Marina Almir Garnier. La jueza Carmen Lúcia Antunes Rocha, cuyo voto fue decisivo, afirmó que existió un “plan progresivo de ataque a las instituciones democráticas”.

Impacto en la democracia brasileña

La condena representa una victoria institucional para Brasil. Por primera vez, un exmandatario es responsabilizado penalmente por intentar subvertir el orden democrático. El STF, liderado por el juez Alexandre de Moraes, reafirmó su papel como guardián de la Constitución, enviando un mensaje claro: la democracia brasileña no es negociable.

El presidente chileno Gabriel Boric lo expresó con contundencia: “Trataron de destruirla y hoy termina fortalecida. Democracia siempre”. Esta reacción refleja el reconocimiento regional de la resiliencia institucional brasileña.

Repercusiones en América Latina

La condena de Bolsonaro tiene un efecto simbólico y político más allá de las fronteras brasileñas. En una región históricamente marcada por golpes de Estado, dictaduras y transiciones democráticas frágiles, este fallo judicial establece un precedente regional: los intentos de ruptura democrática pueden y deben ser sancionados.

Analistas internacionales advierten que este proceso judicial expone los riesgos del discurso victimizante y la polarización radical, fenómenos que también afectan a otros países latinoamericanos. La sentencia refuerza la idea de que la impunidad no puede ser la norma, incluso para los más poderosos.

Además, la condena ha sido seguida de cerca por medios internacionales como The Guardian y The New York Times, que destacan cómo este juicio “puso a prueba la mayor democracia de América Latina”.

El fin del “mito” y el futuro de la ultraderecha brasileña

Durante años, Bolsonaro ha sido el rostro de la extrema derecha brasileña, idolatrado por sectores conservadores, evangélicos, agroindustriales y defensores de la liberalización de armas. Su estilo provocador y culto a la personalidad lo convirtieron en un fenómeno político. Sin embargo, la condena judicial marca el fin de la era Bolsonaro.

Aunque sus seguidores más radicales continúan movilizándose en su defensa, el liderazgo de Bolsonaro queda profundamente debilitado. Su inelegibilidad y arresto domiciliario lo excluyen del escenario electoral inmediato, obligando a la ultraderecha a redefinir su identidad y estrategia política.

Polarización y desafíos para el sistema político brasileño

La sociedad brasileña sigue profundamente polarizada. Mientras sectores celebran la condena como una reivindicación de la justicia, otros la consideran una persecución política. El senador Flavio Bolsonaro, hijo del expresidente, calificó el juicio como “una cacería de brujas”.

Este clima de confrontación podría intensificarse de cara a las elecciones presidenciales de 2026. El Congreso ya enfrenta presiones para discutir una posible amnistía, lo que podría generar tensiones institucionales y sociales. La izquierda, liderada por Lula, buscará capitalizar la condena como prueba de su compromiso democrático, mientras que la derecha deberá reorganizarse sin su figura más emblemática.

¿Qué sigue para Brasil?

El panorama político brasileño entra en una fase de reconfiguración profunda. La condena de Bolsonaro no solo redefine el liderazgo de la derecha, sino que también fortalece el papel del STF y otras instituciones democráticas. Sin embargo, el país enfrenta el desafío de reconstruir el diálogo político, reducir la polarización y garantizar que el proceso judicial no se convierta en una herramienta de revancha.

La posibilidad de apelaciones ante el pleno del STF, compuesto por 11 jueces, mantiene abierta la discusión jurídica. Pero más allá del resultado final, el mensaje ya ha sido enviado: la democracia brasileña ha resistido y ha respondido.

¿Qué puede aprender la región?

Para América Latina, el caso Bolsonaro es una oportunidad para reflexionar sobre la fragilidad de sus democracias, el rol del poder judicial, la necesidad de proteger los sistemas electorales y el impacto del populismo autoritario. También subraya la importancia de la sociedad civil, el periodismo independiente y la memoria histórica como pilares democráticos. La región debe aprender que la democracia no se defiende solo en las urnas, sino también en los tribunales, en las calles y en el discurso público. El desafío ahora es construir consensos, reducir la polarización y fortalecer las instituciones para evitar que episodios similares se repitan.

La condena de Jair Bolsonaro es un hito en la historia democrática de Brasil y América Latina. Representa la afirmación del Estado de derecho frente a los intentos autoritarios y establece un precedente que podría influir en otros países de la región. Aunque el camino hacia una democracia más sólida aún enfrenta obstáculos, este fallo judicial demuestra que la rendición de cuentas es posible, incluso para quienes han ocupado el más alto cargo del país.

El futuro político de Brasil dependerá de su capacidad para superar la polarización, fortalecer sus instituciones y garantizar que la justicia no sea vista como una herramienta de persecución, sino como un pilar de la democracia.

*Periodista, doctor en ciencia política, profesor Universidad Católica del Uruguay, integrante de la Cámara Venezolano-Uruguaya

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Comments (5)

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