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La Libertad no Avanza
Ricardo Peirano, , 11 de setiembre de 2025
Javier Milei recibió el pasado domingo 7 una fuerte derrota en el histórico bastión peronista de la Provincia de Buenos Aires. No es el más fácil lugar para ganar pero Milei, contra viento y marea, decidió convertir una elección de la legislatura bonaerense, con una cantidad de componentes locales, en una suerte de plebiscito sobre su gestión. Incluso se metió personalmente en la campaña asistiendo a actos de cierre, algo poco razonable dado lo que estaba en disputa.
Milei apostaba primero a una leve victoria sobre el peronismo. Luego de conocido el episodio del presunto chantaje que envuelve a la hermana del presidente y los diputados Eduardo y Martin Menem en la compra de drogas para la Agencia Nacional de Discapacidad, Milei se conformaba con una leve derrota. Algo así como perder por 2 o 3%. O sea, algo equivalente a un empate técnico.
Lamentablemente para el presidente Milei y su partido La Libertad Avanza (LLA) la derrota fue por casi 15%. Éxito para Kicillof, punto en contra para Cristina, que no quería separar las elecciones provinciales y que ni siquiera llamó a saludar a su viejo discípulo.
El lunes, como era de esperar, los mercados se movieron de acuerdo al resultado dominical. El riesgo país trepó por encima de los 1000 puntos. El dólar se pegó en el techo de la banda cambiaria. Milei reconoció haber cometido errores que llevaron a la derrota pero prometió que seguiría profundizando su política económica de equilibrio fiscal y desregulación.
Ahora todo queda pronto para las elecciones legislativas del 26 de octubre, que sí determinaran en todo el país si Milei recibe un mayor apoyo legislativo o comienza una deriva política similar a la que sufrió Macri. En esta oportunidad, la exigencia es mayor porque a diferencia de Macri, Milei vino con el mandato de transformar Argentina. No solo solucionar la grave crisis económica que había dejado Alberto Fernández sino ir mucho más allá.
Construir un nuevo país siguiendo “las ideas de la libertad de Juan Bautista Alberdi”, que nutrieron la estupenda Constitución de 1853 y el debate político en la segunda mitad del siglo XIX y que permitió que Argentina se situara entre los 10 países más ricos del mundo a comienzos del siglo XX. Después vino la decadencia en términos relativos y el términos absolutos. Argentina se estancó y varios países de América Latina la superaron si tomamos el PIB per cápita. Argentina no solo destruyó su riqueza sino también su institucionalidad y vivió con sucesivos quebrantamientos del orden constitucional.
La apuesta de Milei fue ir por todo pese a tener una clara minoría en el Congreso. Aun así, jugó a fondo y se negó a formar alianzas con aquellos que más se acercaban a sus ideas o con quienes lo habían ayudado a llegar a la presidencia en 2023. Con un discurso agresivo, denostó no solo a “la casta” que impedía buenos gobiernos, sino también a empresarios, periodistas, jueces y todos aquellos que no compartían 100% sus ideas.
Llamó “ñoños republicanos” a quienes le hacían ver que solo con superávit fiscal no se podría construir un país próspero y justo. Y que era necesario el respeto por la división de poderes (sin dedicarse a llamar a los legisladores “degenerados fiscales”), la libertad de expresión (sin tener que llamar a todos los periodistas “ensobrados” y “mandriles”), la independencia de la justicia (sin pretender colocar en la Corte Suprema a jueces más que cuestionables por su comportamiento en la esfera judicial). En resumen, “ñoños republicanos” eran los que pedían el respeto de la institucionalidad republicana porque eso es lo que es Argentina: una república. Y sin república no hay futuro y ni siquiera presente.
Milei es presidente de los argentinos, pero no un rey, o un señor feudal que busca súbditos y no aliados. El domingo por la noche reconoció haber cometido errores pero nadie sabe cuáles son esos errores. Si no corrige el modo autoritario de actuar, si persiste en insultar a amigos y adversarios por igual, si no lucha por construir alianzas, si no entiende que sus ideas son susceptibles de ser aplicadas en diversas formas según los tiempos políticos y las fuerzas en juego, si sigue empeñado en pelearse con sus amigos de la primera hora como la vicepresidenta Villarruel, probablemente termine yéndose en helicóptero como De La Rúa.
Lo peor es que también sufrirán mucho “las ideas de la libertad de Alberdi”. Que son muy buenas para Argentina y que nada tiene que ver con un discurso de agresividad y enfrentamiento.
Si no consigue eso, de nada vale el superávit fiscal, la baja de la inflación o la desregulación. Como decía recientemente la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo, que conoce muy bien Argentina por haber vivido allí 10 años: “Creo que Argentina tiene dos grandes desafíos, .... tiene una gravísima crisis económica y una gravísima crisis institucional. Y él (Milei) está encarando con gran valentía la crisis económica, pero no está haciendo nada para hacer frente a la gran crisis institucional. No está contribuyendo a mejorar la fortaleza institucional argentina. Y creo que creo que haría muy bien en hacerlo. El podría dejar un legado extraordinario si fuera capaz de aunar, de encarar la profunda crisis terminal, la de un paciente en estado terminal como la Argentina. Encarar la enorme crisis productiva y estructural de la economía argentina y, a su vez, de reconstruir las instituciones. Las instituciones importan muchísimo para la salud económica de un país”.
Sería muy bueno que en esta hora donde ha recibido un claro aviso del electorado, Milei recuerde la definición de liberalismo que dio su mentor Alberto Benegas Lynch (h) y que él hizo suya: “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”. Milei debería, sin renunciar a ideas ni a políticas, empezar por respectar “irrestrictamente” el proyecto de vida del prójimo, y el principio de “no agresión”. Si no consigue eso, seguro que la libertad no avanzará. Ni su partido ni la libertad en general.