Es la República, ñoño

Ricardo Peirano, Semanario Voces, 9 de octubre de 2025

De cara a las elecciones de medio término del 26 de octubre, Javier Milei está en problemas. No lo parecía hace cuatro meses cuando firmó un acuerdo con el FMI por US$ 20.000 millones y todas las encuestas mostraban una victoria clara a nivel nacional que, entre otras cosas, le permitiría mejorar sustancialmente su posición en el Congreso de la Nación.

Y si bien esa mejora parlamentaria no hubiera sido suficiente como para implementar las reformas estructurales que la Argentina necesita, al menos si le servía para mantener los vetos del Poder Ejecutivo y los Decretos de Necesidad y Urgencia (ese mal mecanismo que introdujo la reforma constitucional de 1994 para reforzar el poder presidencial durante el receso parlamentario y cuyo uso se extendió a otros momentos del año).

Pero los vientos jugaron en contra de Milei y el propio Milei sopló en su contra. La economía perdió fuerza y se desaceleró el crecimiento. El manejo cambiario, en un país en el que todos sus habitantes piensan y actúan en función de la cotización del dólar, fue desacertado y fogoneó expectativas de devaluación. El tipo de cambio, en lugar de ir al piso de la banda, como había pronosticado Milei, se empezó a cercar peligrosamente al techo. Para peor, Milei sufrió varios reveses legislativos que levantaron vetos que él había impuesto a leyes que aumentaban el gasto público. Milei, además, se peleó con todos aquellos gobernadores que eran bastante afines a su línea política y los parlamentarios representantes de esos gobernadores votaron contra Milei, cuando hace un año votaban a favor. Tiro en el pie del propio Milei.

También se peleó con Macri y el Pro en la confección de las listas para elecciones provinciales, exigiendo el equipo de Milei, comandado por su hermana Karina, una sumisión total de los candidatos macristas en beneficio de los candidatos libertarios. Fue una política en la que no hubo acuerdos sino sumisión lisa y llana. Milei y su equipo trataron a Macri y a otros sectores afines en provincias importantes no como aliados sino como súbditos. No buscaron acordar en aras de sumar sino de humillar en aras de imponer la hegemonía libertaria aunque sus candidatos no fueran los más adecuados o los mejor posicionados.

Y a quienes reclamaron acuerdos políticos y respeto personal, aunque más no fuera por táctica política, se los echó del redil sin contemplaciones ni explicaciones. Mejor dicho, sin otra explicación que en La Libertad Avanza no hay “ñoños republicanos” ni se admite a quienes quieren serlo. Es decir, no se valora la importancia del estado de derecho, de la separación efectiva de poderes, de la independencia judicial, de la libertad de expresión (se atacó muy dura e innecesariamente a periodistas serios que cumplían con su labor de informar o que ejercían el derecho de opinar sin decir “Amén” a  todas y cada una de las palabras y las acciones del “Líder Supremo”).

Milei heredó un país en una enorme crisis económica, política y social. Una crisis de décadas y una decadencia de más décadas aún. Eso es algo que no se arregla con superávit fiscal y con inflación baja. El superávit (o equilibrio) fiscal es condición necesaria pero no suficiente. La inflación baja es más que necesaria porque es un impuesto injusto que sufren más quienes menos tienen y además es algo que desincentiva la inversión. Pero ambas cosas no son suficientes per se para una recuperación económica sustentable.

Son necesarias pero no bastan. Es verdad que Milei también implementó un programa de desregulación, hipernecesario en un país sobre regulado. Pero en un país como la Argentina, donde predominó por décadas un modelo prepotente y autoritario del peronismo, es preciso construir institucionalidad y pluralismo. Eso Milei nunca lo entendió. Se vio a sí mismo como una suerte de ”Mesías” enviado por Dios para llevar a la Argentina a la Tierra Prometida del desarrollo y la estabilidad económica. Y para eso iba acompañado por “las fuerzas del cielo”, sea lo sea que esto signifique en la lógica de Milei. Pero puso poco empeño en conseguir apoyo de las “fuerzas de la  tierra”, más allá de obtener el apoyo incondicional de una legión de fanáticos que lo sostienen siempre en las redes sociales.

La Argentina es un país muy particular. Por eso el presidente pudo realizar este lunes 6 un acto en el Movistar Arena donde el integró una banda de rock junto con otros miembros de su gobierno y de su partido. Eso puede ser efectivo para los fieles fanáticos pero Milei tiene que movilizar a mucho ciudadano común que no ha ido a votar en las elecciones provinciales y cuya presencia el 26 de octubre es vital si quiere sacar un buen resultado.

Y no solo si quiere. Es que lo necesita. Porque el apoyo financiero del presidente Trump, que tan seguro parecía cuando el secretario del Tesoro Scott Bessent tuiteó que se haría “todo lo que fuera necesario” para ayudar a la Argentina depende de que Milei haga los deberes. No los financieros que le pediría el FMI, sino deberes políticos. Tener una muy buena elección que le asegure gobernabilidad y además reconstruir la relación con Macri y con el PRO. (No olvidar que Macri también supo jugar al golf con Trump. Y no olvidar que Trump suele cambiar de opinión muy rápidamente como demuestra su reconciliación con Lula luego de decir pestes del gobierno brasileño).

Es de desear que Argentina recomponga su deteriorada economía y su más deteriorada institucionalidad republicana. Los que piden esto último no son unos “ñoños”, que según la Real Academia son personas “apocadas, tímidas, insulsas, pusilánimes, timoratas”. Son gente que entiende el valor de la “república” y de sus instituciones, de los pesos y contrapesos, de la importancia de la libertad de expresión como primera de todas las libertades, del respeto a quien no piensa igual, de la necesidad de no considerar que quien no piensa igual es un enemigo.

Si Milei logra entender esas nociones básicas pero que no gozan de buena prensa hoy ni en la Argentina ni en el mundo, donde predominan autoritarismos de todo tipo, podrá comenzar a sacar a la Argentina del pozo. Y tendrán que venir luego otros a continuar esa tarea para consolidar los éxitos.

El 26 de octubre será una prueba fundamental. Y luego habrá que ver cómo reaccionan los amigos “republicanos ñoños” y también los adversarios, si es que todavía quedan amigos en el universo mileista.

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Opinión:

Comments (5)

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